Debo comenzar reconociendo que, mi nombre es uno de los más comunes en el contexto del habla hispana: María. Mi apellido también es algo común, o mas bien, se le usa frecuentemente para ilustrar estereotipo de lo que se piensa como mexicano: Pérez. También debo aclarar que mi segundo nombre, no corresponde a aquella tradición católica en la que los recién nacidos se nombraban de acuerdo al santo de ese día. Nací un 29 de julio, y sin embargo me llamo María de Lourdes. Siempre he pensado que ese nombre no me pertenece, porque ya existió una María de Lourdes Pérez, primogénita de 5 hijos, es decir, mi tía abuela paterna. Llevo su nombre como gesto para sanar el recuerdo de mi tía (murió a la edad de 21 años), y así alegrar los días de su hermano menor, mi abuelo.

María de Lourdes Pérez Bojórquez, mi tía abuela
Durante mi primer año en la universidad estudiando Comunicación, uno de los ejercicios del curso de redacción, consistía en apoyarse de la ficción y narrar el origen o la historia de nuestro nombre. Nunca uso el María de Lourdes a menos que sea para efectos legales, siempre me han llamado como Marilú, así que abusé mucho de la ficción y presenté un cuento en el que reescribí la historia de un nombre que no me pertenece. Así inicié un vínculo con mi tía abuela, uno que sólo nos pertenece a ambas: decidí ser la última de nuestro tipo, decidí que nadie más en mi familia se llamará de la misma manera, por eso soy la María de todas las Lourdes.
Una vez concluida la universidad, comencé a habitar el ciberespacio a partir de los perfiles y cuentas de las plataformas de social media. El «María Pérez» resultaba tan común que nunca estaba disponible, así que opte por usar el «lamariadetodaslaslourdes» pero en automático todas las plataformas contaban el «laslourdes», así que fue sencillo dejar como mi identificador de usuario el @lamariadetodas.
Después de trabajar durante 8 años ininterrumpidos como profesora universitaria, especializada en comunicación en nuevos medios, narrativas digitales e hipertexto, decidí migrar a la antropología a través de un programa de postgrado. Salí del campo de la comunicación pensando en hipertexto y transmedialización, y descubrí que este cambio de disciplina fue lo más afortunado, porque la antropología contemporánea en la que me estoy formando, ha sido fuertemente influenciada por la filosofía y teoría post-estructural (en ocasiones mal llamada posmoderna). Así me tope con que de este lado, el concepto es el de rizoma (Deleuze y Guattari): una red sin centro donde todos lo puntos están conectados entre sí, cuyas ramificaciones pueden ser interrumpidas pero a su vez pueden continuar multiplicándose en otras líneas; el rizoma no está completamente definido o estático, sino siempre está moviéndose. Este concepto sirvió para el desarrollo del hipertexto como tecnología informática, como documento electrónico y como modo de edición (Ted Nelson) para el desarrollo de la web creada por Tim Berners-Lee.
Una de las múltiples ramificaciones del rizoma me llevó a la antropología, y me continua conduciendo caprichosamente a mil mesetas más. En una de esas mesetas está mi tía abuela, y en las múltiples ramas que se abren descubro que, el cómo me llame, no es del todo importante. En las otras dimensiones donde transito y en las que estoy conectada, el lamariadetodas es, por una parte justo eso, lo múltiple, lo lobo; pero a la vez y de manera contraria se torna en lo único cuando decido que los otros apropien una versión de mí, entonces me llaman María, Marilú, Lou, Marilucas…
Soy mi tía, soy otra María de Lourdes, soy todas las María de Lourdes, soy ninguna de ellas.
Este sitio es de alguna manera, una meseta, una dimensión en donde las ideas, las lecturas y reflexiones que me asaltan cotidianamente, toman una forma. También es un ejercicio que puede ramificar para beneficio de mi proyecto de tesis doctoral al estudiar la música original en Mérida, Yucatán, en el contexto de la economía de plataformas.
Todo lo presentado aquí es el resultado de lo que pienso y entiendo. Si algún concepto no está adecuadamente desarrollado o se presta a mal interpretaciones, tomo la responsabilidad de aclararlo o desarrollarlo debidamente.
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